jueves, 19 de marzo de 2015

Tu eres tu propio motor

De un tiempo a esta parte oigo mucho la frase "No puedo", "Cómo me gustaría, pero no soy capaz",... y cosas por el estilo. Últimamente estoy inmersa en bastantes proyectos, alguno guarda relación y otros ninguna. Intento ocupar mi tiempo al máximo, y hay gente de mi alrededor que se pregunta cómo puedo hacer tantas cosas a la vez.
Simplemente creo en mí, pienso que soy capaz de hacer lo que me proponga. Hay quien piensa que soy muy fuerte, que puedo con todo. Pero os voy a contar un secreto, soy igual que el resto. Quién me conoce piensa que me meto por el ojo de una aguja y si hay una frase que me defina y que me encanta es una que leí en la última novela de Andrés Pascual, del cual me declaro fan incondicional. "Se caballo, no seas carreta". 
Todo esto os lo cuento porque creo que si en esta vida te propones algo puedes conseguirlo. Creo que somos muy capaces de obtener lo que queramos. Y que lo mismo que puedes ser el motor de tu vida, también puedes ser el freno. Esto te lo digo por experiencia. No es que conozca a alguien que una vez,.... Te hablo de mi vivencia personal.
Desde hace unos años estoy diagnosticada de fibromialgia. Durante cerca de un año estuve de baja laboral, dando tumbos de un médico a otro. Nadie me daba un diagnóstico, de hecho tardé ocho meses en tener uno. Lo único que oía después de infinitas pruebas era "no tienes nada", "será depresión". Pues no, inicialmente no era depresión, esa vino después, después de cientos de pastillas, de cientos de medicamentos diferentes. De eternas noches sin dormir en las que el dolor se adueñaba de mi cuerpo, dando vueltas y preguntado "¿por qué yo?". Aprendí a convivir con el dolor. Formaba parte de la rutina, de la vida. Los medicamentos cada vez más fuertes no lo paliaban. Estaba desahuciada, no había cumplido los cuarenta años y no valía para nada, me sentía como un despojo. Pensaba en los años que tenía por delante y se hacían cuesta arriba. Me imaginaba una vida en la que la enfermedad era la protagonista, en la que el resto había quedado relegado a un segundo plano y en la que todo giraba en torno a ella. Me imaginaba una vida en la que mucha gente pensaba que le echabas cuento, que si no existía ninguna prueba física que demostrase que estabas enferma, no podías estarlo. 
El día que me diagnosticaron fibromialgia, lloré de alegría. Sí, suspiré y lloré. Por lo menos no estaba en mi cabeza, no era una simple depresión. Existía. El paso siguiente era intentar paliarla, pero fue igual de frustrante. No había remedio. No había nada que atenuase o mitigase el dolor. Era cuestión de aguantar y de aprender a vivir con él


Recuerdo que entonces ya tomaba pre-mórficos. La imagen que tengo de mi es esa época es la de estar todo el día drogada por la medicación. Sin fuerzas para hacer nada. Había perdido por completo la masa muscular, era poco más que un cadáver andante. El siguiente paso era la morfina. Pero nadie me aseguraba sirviese de algo. 
Y entonces algo ocurrió dentro de mí. Mi hija me necesitaba, mi marido también, y la vida que me esperaba no la quería. De ahí surgió la fuerza que hoy en día me sigue acompañando. Decidí que esa maldita enfermedad no iba a seguir apropiándose de mi vida. Iba a dejar de ser la protagonista. Así que poco a poco fui dejando la medicación. Me "desmediqué". No quería ver más pastillas, ni para dormir, ni para el dolor. He de reconocer que la práctica del pilates me ayudó mucho. 
Hoy es el día, en el que apenas me acuerdo de la enfermedad que casi pudo conmigo, estará, no lo dudo, y sé que siempre va a estar ahí. Pero ahora soy yo la que la controlo, y no ella a mi.
Desde entonces, sé que soy capaz de lo que me proponga. Quise dejar de fumar y lo hice. No estaba a gusto en la empresa en la que llevaba cerca de 15 años trabajando y lo solucioné. Y ahora intento hacer más y más cosas. Quiero estar ocupada, por eso cuando me preguntan ¿cómo puedes con todo? No sé como te da tiempo. Lo hago porque es muy triste creer que el resto de tu vida no podrás hacer nada. Qué estás condenada, desahuciada. Aunque llegue a la cama muerta de cansancio, lo hago con una sonrisa en la cara. Y siempre pienso lo mismo, si he sido capaz de superar una enfermedad así, ¿qué es lo que no puedo conseguir?
Así que a partir de ahora antes de decir "no puedo". Piensa, y busca la fuerza necesaria. Está dentro de ti. Párate un momento y recapacita, ¿quién te lo impide? Seguro que la respuesta ya la sabes. 
Sé el motor y no seas el freno de tu vida.
      

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